Dragones de fuego by Ana Galán

Dragones de fuego by Ana Galán

autor:Ana Galán [Galán, Ana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 2016-08-31T16:00:00+00:00


En cuanto se alejó, desató las cinchas del mondramóvil y llevó a Mondragó hasta la puerta de la herrería. Mayo y Arco encontraron una palanca de hierro y la metieron debajo del tronco para levantarlo un poco. Cuando lo tenían en alto, Cale rodeó el tronco con los extremos de las cuerdas que salían del arnés de Mondragó, y una vez que estuvieron bien atadas, Mayo y Arco lo dejaron caer.

Después Cale se acercó a la cabeza de su dragón y le acarició el cuello.

—Ahora tienes que demostrar lo fuerte que eres, muchacho —le dijo.

—Cale, espera. —Lo detuvo Arco antes de que Cale le diera la orden a Mondragó—. Decías que había que tener un plan. ¿Qué pasa si los ladrones están ahí escondidos y nos atacan?

Cale miró a su amigo con una ceja levantada.

—Arco, si los ladrones estuvieran dentro, no habrían podido bloquear la puerta desde fuera con el tronco, ¿no crees? —dijo.

—Eso es cierto —dijo Mayo—. Si están por aquí, lo más seguro es que nos estén vigilando desde algún otro lugar.

Los tres chicos miraron a su alrededor. La finca estaba rodeada de setos y arbustos. Cale tragó saliva. Ahora que lo pensaba, le daba la sensación de que alguien los estaba observando, pero era incapaz de distinguir las plantas normales de los seres verdes disfrazados con hojas y ramas. Respiró hondo y tomó una decisión.

—Después de lo que pasó ayer, creo que estos ladrones buscan su botín y no se atreven a enfrentarse a nadie. Aun así, debemos tener cuidado. Será mejor que vigiléis mientras intento que Mondragó quite este tronco de en medio. Una vez que lo consiga, entraré en la herrería a ver si han escondido ahí los huevos de dragón —dijo.

—Espero que tengas razón —dijo Mayo—. Si nos atacan, no tenemos con qué protegernos.

—¡Yo tengo mi tirachinas! —dijo Arco sacándolo de su bolsillo y poniendo una piedra en la goma elástica.

—Pues eso… —contestó Mayo—, que no tenemos cómo protegernos…

Cale se puso en movimiento. Sacó del bolsillo unas bolitas de pienso y se colocó delante de Mondragó.

—Mira qué tengo, Mondragó —dijo—. ¡Una galletita! ¿La quieres?

El dragón acercó la nariz y movió la cola emocionado. Intentó avanzar para atrapar la galleta, pero el peso del tronco se lo impedía. Bajó la cabeza y empujó con todas sus fuerzas. ¡No pensaba rendirse tan fácilmente! Haría cualquier cosa por un poco de comida. Poco a poco, consiguió arrastrar el tronco por el suelo.



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